Editorial: ¿Un buen 2007 es posible?
Hace pocos días hemos dejado atrás el 2006, durante las Fiestas Navideñas se han escuchado por doquier palabras como: paz, amor, fraternidad, solidaridad…etc. Todo parece indicar que esas fechas hacen aflorar la parte buena de cada uno de nosotros. La realidad es que ha finalizado el año, con un brutal atentado terrorista que le ha costado la vida a dos personas. Que durante el mismo, casi 70 mujeres han muerto a manos de hombres que las consideraban tan de su propiedad que no han dudado en matarlas, con la sola obsesión de que no les perteneciesen al cien por cien. Una semana antes de terminar el 2006, miles de jóvenes se manifestaban en una treintena de ciudades de España para reclamar una vivienda digna, mientras jueces y fiscales ponen entre rejas a varios alcaldes y ex alcaldes, concejales, abogados, notarios, funcionarios de hacienda, empresarios, constructores, jefes de policías locales, …etc. por su implicación con la corrupción urbanística.
También el año ha finalizado con varios miles de personas que han perdido su vida en la carretera fruto, en la mayoría de los casos, de actuaciones irresponsables, que por suerte pronto empezarán a considerarse delitos.
La vida diaria nos hacer ver que por desgracia, esa otra parte del ser humano, egoísta, insolidaria, y que no solo esta presente en aquellos y aquellas que ostentan parcelas de poder, en cualquier ámbito, si no también en muchos de nosotros, es más cotidiana de lo que pudiéramos pensar.
Es evidente que un sistema democrático debe luchar por que la corrupción no tenga cabida en nuestra sociedad y por que los poderes públicos promuevan las condiciones necesarias y establezcan las normas pertinentes que permitan hacer efectivo el derecho a disfrutar también de una vivienda digna y adecuada, tal y como reconoce el artículo 47 de nuestra Constitución. Pero también los ciudadanos tenemos nuestra cuota de responsabilidad. Debemos dejar
de entender que la violencia contra las mujeres no es un problema privado, si no que atenta contra los derechos básicos de una persona y que por lo tanto nos tenemos que oponer activamente a ella. Que la especulación urbanística no solo se practica por los promotores y constructores de viviendas, si no que nosotros colaboramos con ella cuando existen en España más de tres millones de pisos cerrados y nuestros jóvenes tienen que pagar mas de lo que ganan al mes por el alquiler de un piso. Que no podemos hablar de fraternidad y solidaridad, cuando miramos como extraterrestres, cuando no con desprecio o como ladrones a esos inmigrantes, que están permitiendo que nuestra economía tenga superávit y realizan aquellos trabajos, muchos de los cuales nosotros no queremos. Si empezamos a cambiar nosotros y después exigimos que actúen los poderes públicos, estaremos poniendo los cimientos que permitan aventurar que el 2007 que ahora comienza, sea mejor que el 2006 que hemos dejado atrás.
También el año ha finalizado con varios miles de personas que han perdido su vida en la carretera fruto, en la mayoría de los casos, de actuaciones irresponsables, que por suerte pronto empezarán a considerarse delitos.
La vida diaria nos hacer ver que por desgracia, esa otra parte del ser humano, egoísta, insolidaria, y que no solo esta presente en aquellos y aquellas que ostentan parcelas de poder, en cualquier ámbito, si no también en muchos de nosotros, es más cotidiana de lo que pudiéramos pensar.
Es evidente que un sistema democrático debe luchar por que la corrupción no tenga cabida en nuestra sociedad y por que los poderes públicos promuevan las condiciones necesarias y establezcan las normas pertinentes que permitan hacer efectivo el derecho a disfrutar también de una vivienda digna y adecuada, tal y como reconoce el artículo 47 de nuestra Constitución. Pero también los ciudadanos tenemos nuestra cuota de responsabilidad. Debemos dejar
de entender que la violencia contra las mujeres no es un problema privado, si no que atenta contra los derechos básicos de una persona y que por lo tanto nos tenemos que oponer activamente a ella. Que la especulación urbanística no solo se practica por los promotores y constructores de viviendas, si no que nosotros colaboramos con ella cuando existen en España más de tres millones de pisos cerrados y nuestros jóvenes tienen que pagar mas de lo que ganan al mes por el alquiler de un piso. Que no podemos hablar de fraternidad y solidaridad, cuando miramos como extraterrestres, cuando no con desprecio o como ladrones a esos inmigrantes, que están permitiendo que nuestra economía tenga superávit y realizan aquellos trabajos, muchos de los cuales nosotros no queremos. Si empezamos a cambiar nosotros y después exigimos que actúen los poderes públicos, estaremos poniendo los cimientos que permitan aventurar que el 2007 que ahora comienza, sea mejor que el 2006 que hemos dejado atrás.