Editorial: ¿Feliz 2009?
Ya han pasado las Fiestas Navideñas y ha comenzado el 2009. Durante estas fiestas nos hemos deseado mutuamente que las mismas las disfrutásemos en compañía de los seres queridos y que el año que acaba de comenzar nos depare momentos de felicidad.
Pero 2008 ha finalizado sumido en una profunda crisis financiera mundial, que como no podía se de otra forma, también está afectando seriamente a España, donde ya se han perdido miles de puestos de trabajo.
En nuestro anterior boletín hablábamos de los motivos que han provocado esta crisis y cada día que pasa aparecen nuevos casos que ponen en entredicho el propio sistema. La descomunal estafa del multimillonario americano Bernard Madoff, se suma a otras anteriores como la de Enron o la de Gescartera en nuestro propio país.
En definitiva, el ansia de ganar cuanto mas dinero mejor, sin importarnos de que manera se obtiene, junto a la evidente falta de controles para evitar que esos fraudes se produzcan, ponen de manifiesto la necesidad de un cambio radical en los mecanismo de control, pero también en nuestros propios valores.
Evidentemente no es un crimen querer vivir mejor, pero eso no podemos intentar conseguirlo por atajos de dudosa legalidad. Pero además deberíamos pensar que cuando la avaricia y la especulación sin límite producen una crisis como la actual, quien acaba pagándolo son las personas con menos recursos, aquellos y aquellas que dependen de su trabajo diario y que si lo pierden, es decir lo perdemos, ¿como va a ser posible que el año que comienza sea feliz para muchos de nosotros?.
Pero 2008 ha finalizado sumido en una profunda crisis financiera mundial, que como no podía se de otra forma, también está afectando seriamente a España, donde ya se han perdido miles de puestos de trabajo.
En nuestro anterior boletín hablábamos de los motivos que han provocado esta crisis y cada día que pasa aparecen nuevos casos que ponen en entredicho el propio sistema. La descomunal estafa del multimillonario americano Bernard Madoff, se suma a otras anteriores como la de Enron o la de Gescartera en nuestro propio país.
En definitiva, el ansia de ganar cuanto mas dinero mejor, sin importarnos de que manera se obtiene, junto a la evidente falta de controles para evitar que esos fraudes se produzcan, ponen de manifiesto la necesidad de un cambio radical en los mecanismo de control, pero también en nuestros propios valores.
Evidentemente no es un crimen querer vivir mejor, pero eso no podemos intentar conseguirlo por atajos de dudosa legalidad. Pero además deberíamos pensar que cuando la avaricia y la especulación sin límite producen una crisis como la actual, quien acaba pagándolo son las personas con menos recursos, aquellos y aquellas que dependen de su trabajo diario y que si lo pierden, es decir lo perdemos, ¿como va a ser posible que el año que comienza sea feliz para muchos de nosotros?.