Como salir del barrio y no morir en el intento

El transporte público es fundamental en una gran ciudad como Madrid, además de ser una de las señas de identidad de los modelos europeos de bienestar, forman un engranaje importantísimo para el funcionamiento de la vida cotidiana, sin ellos, la cotidianeidad de la organización social se tambalea.

Con la suspensión de parte de la línea 10 del metro, tanto el salir como regresar a Fuencarral se ha convertido en “misión imposible”, creo que la mayoría lo hemos intentado todo:
Coger hasta Plaza de Castilla el llamado Servicio Especial, “especialísimo” ya que lo normal es que en un recorrido de apenas 2 kilómetros tarde 40 minutos de media.

Tomar el autobús 124 o el 66, dos líneas que lógicamente van por la superficie, y por consiguiente se tropiezan con todo tipo de obras, atascos…
Llevar el coche particular hasta un punto donde enlazar con el metro, bien a Plaza de Castilla, bien a Cardenal Herrera Oria, multiplicidad de obras con las que nos vamos a tropezar, pero cuando se llega, entonces no hay donde aparcar el coche cerca de las estaciones de metro…

Desde la Asociación Vecinal creemos firmemente que el Ayuntamiento o el Consorcio de Transportes, o ambos, deberían haber buscado soluciones más imaginativas para conseguir que no tengamos que perder cantidad de tiempo en atascos, esperas,..etc.
Por ejemplo, el Servicio Especial podía haber tenido dos recorridos, uno directo a Plaza de Castilla y otro pasando por Begoña y Chamartin, así quien viene de barrios limítrofes hasta el metro de Fuencarral para aquí enlazar con el suburbano podía seguir haciéndolo, y no que seguramente tendrán que echar mano del coche particular.

Hay otro medio del que no hemos hablado y es el tren de cercanías que se coge o bien en las cocheras que RENFE tiene en Fuencarral o bien en la estación de Ramón y Cajal, ambas estaciones situadas en sitios de difícil acceso tanto por la lejanía como por la falta de luz y lo solitario del entorno. Parece ser que aún quedan dos meses más para la apertura de la línea del metro, la ciudadanía está dando muestras de infinita paciencia pero también se agota y quizás para entonces estemos “al borde de un ataque de nervios”.
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