Urbanismo: Genio y figura hasta la sepultura

Las última fase del Poblado A ya ha sido ocupada por los vecinos/as aunque éstos no sabían que también éstas viviendas tenían sorpresa.

Proclama el saber popular que “la experiencia es la madre de la ciencia” o que “más sabe el Diablo por viejo que por diablo”, aunque astutamente nos avisa de que siempre hay una excepción que confirma la regla y en este caso esa excepción se llama: IVIMA, institución a la que más certeramente le podríamos aplicar el también sobradamente conocido: “el que mal empieza mal acaba”.

Este despliegue de aforismos, aunque pueda no parecerlo, tiene su sentido y con lo que sigue lo entenderéis.

Hace pocos días los últimos vecinos/as del Poblado A han podido ocupar sus nuevas viviendas en la C/ Otero de los Herreros. Después de más de una década de fases entregadas podríamos sucumbir a la esperanza de que ésta vez y sólo por ser la última, lo harían aunque no para un sobresaliente, si para un bien alto, tirando al notable, pero volviendo al proverbio popular y para no perder la línea argumental podemos concluir con: “de ilusión también se vive” aunque a veces no muy bien.

En esta ocasión el toque distintivo del IVIMA ha sido la falta de tendederos ¿para qué? debió pensar alguna mente preclara que por ser arquitecto/a o técnico/a en general debe estar exento del deber de tender y por gracia divina se le seca la ropa. Después de mucho estudiar e investigar sobre cual aquel vicio oculto tan difícil de detectar y para no demorar el fin de la remodelación otros veinte años la Asociación y los vecinos/as desvelamos dicho misterio a los responsables de Obras del IVIMA, los cuales accedieron, aunque también después de un exhaustivo estudio, a colocar los dichosos tendederos a aquellas personas que así lo solicitaron.
Como veréis después de tanto como hemos pasado, lo mejor es tomarse las cosas con humor y pensar que “Dios aprieta pero no ahoga”, por lo menos aunque con veinte años de retraso podemos tender la ropa.
hasta arriba