No confundir pecado con delito

Las mujeres que tenemos más de 50 años pensábamos que el debate del derecho al aborto se cerró hace tiempo, concretamente con la primera ley de despenalización de 1985 y después con la ley de plazos de 2010.

Pero resulta que no, que nuestro actual gobierno, con el argumento de cumplir algo que su programa electoral recogía, (que casualidad que lo único cumplido haya sido esto) se ha puesto manos a la obra para reducir las dos leyes existentes y retrotraernos, casi al debate de los primeros años de la democracia.

Cuando una mujer decide abortar, se produce un conflicto y un dolor, difícil de entender por quien no ha tenido que tomar esa decisión, los motivos pueden ser múltiples, pero nunca es una decisión alegre o despreocupada.

Por eso, las personas que nos pronunciamos por el derecho de las mujeres a decidir en libertad, estamos alarmadas ante un proyecto de ley que elimina derechos y amplia los “filtros” que una mujer que haya tomado la decisión de abortar deberá pasar, volvemos a atrás, cuando sobre la decisión de una mujer opinaban todos los estamentos habidos y por haber, personal médico, de la judicatura… sin olvidar que ahora la objeción de conciencia será más acusada, quizá la idea sea volver a los abortos clandestinos.

Pero uno de los aspectos más sangrante de la propuesta es que se elimina la causa para poder abortar por malformación fetal, aquí lo dicho por Ruiz Gallardon es para nota, pero además estamos viviendo una situación de recortes que ha llevado a paralizar la ley de Dependencia y por tanto los escasos recursos para atender a personas que dependen de otras casi han desaparecido, entonces de lo que me está hablando es que yo no puedo decidir si ser madre o no cuando las avanzadas técnicas de diagnóstico me digan que la criatura que traigo en mi vientre tendrá a lo largo de su vida taras importantes, pero a la vez cuando esa criatura ya esté aquí, no voy a disponer de ayuda alguna, ¿Es eso lo que me están diciendo? ¿Se puede ser más cínico?.

Creo que el ministro de justicia se equivoca, la ley del 85 se hizo en un momento determinado y por lo tanto no se pudo ir más allá, luego fue ampliada por la ley de 2010, que devolvía el derecho pleno de las mujeres a decidir, y que el ministro ha pensado que lo más urgente socialmente en estos momentos es satisfacer a los requerimientos de los sectores de la sociedad más reaccionarios y por supuesto de la iglesia, todo esto sin esperar la decisión del Tribunal Constitucional ante su propia denuncia de la ley de 2010.

¿Qué temía el ministro, que el tribunal constitucional dijera que la ley de 2010 se ajusta a la constitución? , todo parece indicar que este proyecto de ley está más guiado por creencias religiosas del ministro que por el respeto a los derechos humanos de las mujeres.

Nuestra posición es que debe haber una ley de interrupción voluntaria del embarazo, que preserve la salud, física y mental de las mujeres, que no contenga trabas para su ejercicio ni económico ni de ningún otro tipo, en la que quede claro que las criaturas que vengan sean verdaderamente deseadas, pero sobre todo que sea un derecho de las mujeres.

Este es un tema muy dado a la demagogia, donde se mezclan creencias, con derechos, por eso el título “No confundir el pecado con el delito".

El derecho al aborto no debe ser un delito, aunque para algunas personas creyentes esto sea un pecado.

Mª Jesús Vilches
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