Editorial: Siempre la verdad
Hace algunos meses fue Grecia. Su nuevo Gobierno denunció la falta de trasparencia y las supuestas irregularidades contables realizadas por el anterior ejecutivo para encubrir la crisis económica que asola ese país.
Otro tanto sucedió después de las elecciones en el Reino Unido. La coalición resultante de esos comicios acuso de irresponsables al gobierno laborista por ocultar la grave situación económica.
De igual manera, el partido vencedor en las elecciones de Hungría, a los pocos días de formar Gobierno, achacó a su antecesor la responsabilidad de la difícil situación que se han encontrado.
España no podía ser menos, y la oposición acusa al Gobierno de “las siete plagas de Egipto”, de no tomar las decisiones adecuadas y de haber hecho de España “un país intervenido”, al tiempo que se ofrece para salvarlo.
Como podemos comprobar, cada uno cuenta “su verdad”, la verdad que les es más favorable a sus intereses. La oposición en España se opone a unas medidas que sus correligionarios europeos aplauden y ponen en práctica en los países que gobiernan.
Por otro lado el Gobierno Español, se ha resistido como “gato panza arriba” a reconocer una situación de crisis que era evidente, aunque seguramente es cierto que ni él y ni el resto de gobiernos del mundo conocía ni conoce su alcance.
Pero lo que toda esta situación si pone de manifiesto, es que para fortalecer la democracia hay que contar con la ciudadanía, no hay que tratarnos como menores de edad, si no que se nos debe en todo momento decir la verdad, siempre la verdad, por que así, cuando toque como ahora apretarse el cinturón, todo el mundo entenderá por qué. Será consciente de que es verdad que estamos intervenidos, pero no solo nosotros, si no todos, por los mercados financieros, mejor dicho los especuladores.
Si siempre se dice la verdad, la ciudadanía creeremos más en la clase política, no habrá un 76% de personas que desaprueban la gestión del Gobierno, ni un 73% que piensa que el partido de la oposición tampoco lo haría mejor.
Otro tanto sucedió después de las elecciones en el Reino Unido. La coalición resultante de esos comicios acuso de irresponsables al gobierno laborista por ocultar la grave situación económica.
De igual manera, el partido vencedor en las elecciones de Hungría, a los pocos días de formar Gobierno, achacó a su antecesor la responsabilidad de la difícil situación que se han encontrado.
España no podía ser menos, y la oposición acusa al Gobierno de “las siete plagas de Egipto”, de no tomar las decisiones adecuadas y de haber hecho de España “un país intervenido”, al tiempo que se ofrece para salvarlo.
Como podemos comprobar, cada uno cuenta “su verdad”, la verdad que les es más favorable a sus intereses. La oposición en España se opone a unas medidas que sus correligionarios europeos aplauden y ponen en práctica en los países que gobiernan.
Por otro lado el Gobierno Español, se ha resistido como “gato panza arriba” a reconocer una situación de crisis que era evidente, aunque seguramente es cierto que ni él y ni el resto de gobiernos del mundo conocía ni conoce su alcance.
Pero lo que toda esta situación si pone de manifiesto, es que para fortalecer la democracia hay que contar con la ciudadanía, no hay que tratarnos como menores de edad, si no que se nos debe en todo momento decir la verdad, siempre la verdad, por que así, cuando toque como ahora apretarse el cinturón, todo el mundo entenderá por qué. Será consciente de que es verdad que estamos intervenidos, pero no solo nosotros, si no todos, por los mercados financieros, mejor dicho los especuladores.
Si siempre se dice la verdad, la ciudadanía creeremos más en la clase política, no habrá un 76% de personas que desaprueban la gestión del Gobierno, ni un 73% que piensa que el partido de la oposición tampoco lo haría mejor.